miércoles, 31 de marzo de 2010

RIESGO Y TEMOR

El riesgo y el temor han sido compañeros del hombre a lo largo de la historia. De hecho la evolución de la humanidad ha sido posible gracias a que hemos aceptado convivir con ellos. Parecería lógico pensar que ante un mayor riesgo, deberíamos sentir un mayor temor; sin embargo, esto no siempre es así. Muchas veces sentimos mucho miedo por cosas que tienen un riesgo relativamente bajo y menospreciamos los riesgos que pueden costarnos la vida.


La mayoría de los desastres, robos y accidentes podrían ser previsibles si aprendiéramos a detectar los riesgos cotidianos, lamentablemente existen algunos factores que influyen para que no los percibamos, entre los cuales se encuentran:

La rutina.

Nuestra tendencia a dejarnos engañar por la simple apariencia.

El no pensar que a nosotros nos puede pasar algo malo.

La falta de atención en los pequeños detalles.

Dentro de nuestras conductas habituales incluimos descuidos que ya forman parte de nuestras rutinas y no percibimos el daño que podríamos causarnos al facilitar las circunstancias para que seamos víctimas de algún robo o accidente.

Sin duda sentimos miedo de que nos roben; pero no nos percatamos que a diario nos exponemos al riesgo de robo cuando:

Dejamos nuestra cartera en el saco y éste, a su vez, fuera de nuestro control.

No ponemos la alarma al auto, siendo que existe una razón previa para haberla instalado.

Dejamos los bolsos de mano en lugares visibles y al alcance de terceros.

Dejamos en nuestro escritorio, sin cerrar con llave, objetos de valor, chequeras, tarjetas de crédito, dinero en efectivo, etc.

No contamos con una buena chapa en nuestro hogar u oficina.

Portamos objetos de valor o más dinero del necesario en lugares poco seguros.

Es decir, nosotros mismos creamos las condiciones propicias para ser víctimas de un robo, e incluso, si alguien desea robarnos no tiene más que observar nuestras conductas habituales.

En cuanto a los accidentes, pasa algo similar. A diario contribuimos en su formación y sólo nos percatamos de nuestros errores cuando ya tuvieron consecuencias. Muchos de ellos se evitarían si no cometiéramos descuidos como los siguientes:

Dejar objetos en lugares que en circunstancias extraordinarias (oscuridad, prisa o descuido) pueden causar tropiezos y lesiones graves.

No verificar previamente el desgaste que sufren nuestros objetos e instrumentos de uso cotidiano, como las llantas del auto, las herramientas, utensilios de cocina, etc., teniendo como resultado que nos fallen justo en el momento que más los necesitamos.

No verificar periódicamente el estado de las instalaciones eléctricas, sanitarias, o de gas de nuestro hogar.

Apilar objetos en lugares que obstruyan las salidas de emergencia o que puedan caernos encima al menor movimiento.

Dejar cosas calientes o sustancias corrosivas en lugares donde fácilmente pueden caer y quemar a alguien (principalmente a los niños).

No seguir los procedimientos adecuados, buscando simplificar el esfuerzo, al manipular objetos, maquinarias o herramientas.

Por otro lado, es oportuno mencionar que los accidentes sólo ponen en evidencia la existencia de problemas que ya existían pero no les habíamos puesto la atención que requerían.

Los desastres que hemos sufrido en nuestro país nos han permitido observar que muchas de sus consecuencias hubieran sido menores si no hubiéramos restado importancia a lo posible, por anteponer lo poco probable, por ejemplo: en los terremotos de 1985 se desplomaron construcciones que estaban a punto de caer por sí solas, quedando al descubierto problemáticas que existían desde hace años, como el hacinamiento, la falta de instalaciones sanitarias adecuadas y de mantenimiento a edificios, etc. No se requería de ningún esfuerzo para imaginar que en tales circunstancias era posible que se desencadenaran esos desastres ante la presencia de fenómenos con consecuencias que pensábamos como poco probables. La lección que recibimos es que al no revisar periódicamente los lugares que habitamos, podemos convertirnos en damnificados en el futuro.

Sin embargo, todo parece indicar que a muchos no nos bastaron estas lecciones y seguimos basándonos sólo en la apariencia, por ejemplo, cuando confiamos en vehículos que se ven bien por fuera pero por dentro tienen graves fallas mecánicas o bien cuando somos víctimas de un robo o estafa porque esperamos que los delincuentes tengan una apariencia que los delate o que cumplan con los modelos que la televisión nos ha impuesto, dejándonos engañar por personas muy bien vestidas o con aparentes buenas intenciones, pero que en realidad resultan ser delincuentes profesionales.

Por último, es importante hacer notar que tenemos cierta inclinación a pensar que somos inmunes a sufrir algún daño. En el fondo pensamos que cosas tan malas como los graves accidentes, los robos, o los desastres es poco probable que nos sucedan a nosotros. Cuando vemos los noticieros o nos enteramos que alguien fue secuestrado o seriamente lastimado, consideramos que estos eventos son muy lejanos a nosotros.

El primer paso para la prevención consiste en la percepción de los riesgos a los que estamos expuestos en nuestra vida cotidiana, haciendo uso de nuestro sentido común, convirtiéndolo en el más común de los sentidos, para detectarlos oportunamente y en consecuencia tomar las medidas que nos permitan disminuir nuestra vulnerabilidad ante ellos.

LA INFORMACIÓN FAMILIAR

Hace unos días, fui a visitar a un amigo que vive en una casa grande y bonita, pero en una colonia conflictiva. Mientras platicábamos sobre algunos intérpretes musicales y escuchábamos música, su esposa salió al jardín para darle de comer a los perros, ya que estaban muy inquietos. Cuando se asomó hacia la calle, descubrió que su vecino de enfrente forcejeaba con seis individuos que lo golpeaban para quitarle su automóvil.

Salimos para ver en que podíamos ayudar al vecino, quien yacía en el suelo debido a un empujón que lo derrumbó y recién se levantaba. Ya tranquilizado, nos contó que había comprado su auto unos días atrás, un Jetta negro de lujo, del año, y que había hablado por teléfono con su mamá para notificarle la hora en que pasaría por ella para ir por su hermana que se encontraba estudiando un diplomado.

Su mamá había estado atenta para escuchar a su hijo cuando pasara por ella y desafortunadamente alcanzó a ver cómo le quitaban el auto, lo cual le produjo un gran susto, muy peligroso, para la edad que tiene.

Además del costo del auto, la víctima lamenta el costo de su computadora personal y demás valores que traía en el vehículo; sin embargo, quizá como consuelo, comentó que "él también les había dado un par de golpes".

Lo que más me llamó la atención del caso es que los ladrones seguramente ya tenían bien definido su objetivo y de algún modo se había filtrado la información de que a esa hora iba a pasar por ahí la víctima; además de que los ladrones sabían que la víctima estaba estrenando auto.

Sin duda, existió previamente fuga de información personal, la cual pudo haber salido por diversas vías, entre las cuales podemos suponer las siguientes:

1. Posiblemente la mamá o algún familiar comentó la adquisición del nuevo auto, a susvecinos o amigos en algún lugar público, como son los centros comerciales, restaurantes, etc., sin importar que alguien más los escuchaba; tal vez por presuntuosidad o por descuido.

2. Quizá la información se filtró por teléfono celular al hablar en voz demasiado alta y dando más detalles de los estrictamente necesarios, o tal vez por mantener una "pose", o debido a que por la falta de tiempo, la gente se ve obligada a arreglar sus asuntos personales en reuniones o lugares públicos.

3. Pudiera ser, también, que algún vecino indiscreto lo difundió ampliamente sin valorar las consecuencias que esto podría tener.

4. O bien, no se tuvo cuidado al seleccionar a los empleados domésticos o personas que brindan servicios dentro de los hogares como técnicos en refrigeración, electricistas, carpinteros, plomeros, jardineros, etc. y se comentó información importante delante de ellos.

Por lo que a mí corresponde, este hecho me obligó a hacer las siguientes reflexiones que considero prudente compartir con ustedes.

Cuando compre casa o departamento, valore la zona; muchas veces encontramos casas más baratas en zonas de alto riesgo, que departamentos en lugares residenciales seguros. Si le es posible dé prioridad a la seguridad.

Nunca oponga resistencia a los ladrones, mucho menos si lo superan en número; considere que pueden ser ladrones profesionales que están dispuestos a correr todos los riesgos de su oficio; es decir, que estén armados y preparados para el homicidio si es necesario.

Tal vez llegue el día en que pueda comprar el auto de lujo que desea y pueda lucirlo por la ciudad sin ningún riesgo, pero desafortunadamente, estos no son los tiempos propicios, lo cual nos obliga a ser más modestos en nuestras presunciones.

Nunca lleve en su auto demasiadas cosas de valor, sobre todos si no le son indispensables.

Cuando hable por teléfono, tenga cuidado con lo que dice, cómo lo dice y en dónde lo dice. De preferencia, establezca un código que sólo entiendan los miembros de su familia y use contraseñas o palabras clave para identificar a su interlocutor.

Instruya a los miembros de su familia sobre la importancia que tiene para la seguridad familiar la discreción al manejar información, ya sea personal o familiar, sobre todo la financiera. Recomiende, principalmente a los jóvenes, que no sean presuntuosos, ya que es común que no sólo difundan información financiera sino que además la exageren y eso podría provocar no sólo un robo sino hasta un secuestro; si le es necesario dar información personal, cerciórese que nadie más la escuche y si la tiene que escribir, no la deje al alcance de terceros.

El hecho de que el crimen, aun el no organizado opere con alto grado de especialización y certeza, nos obliga a tomar medidas urgentes para garantizar el bienestar familiar. Afortunadamente, en el caso que comentamos, sólo se trató de un robo, pero pudo haberse tratado de un problema mucho peor como el homicidio, el secuestro o, como en otros casos, la violación.

Demos prioridad a la seguridad en cada cosa que hagamos, lo primero es la vida, lo demás es secundario.